A raíz de la tensión por los incidentes, la semana pasada, el primer ministro, Ulf Kristersson, admitía su profunda preocupación por las continuas “profanaciones de ejemplares del Corán, que ponen en riesgo la seguridad de Suecia”. El mismo día, la Agencia de Seguridad sueca (Säpo) anunciaba que aumentaba el nivel de alerta terrorista en todo el país. Lejos del fin de la crisis, el lunes se produjo una nueva quema delante del Parlamento sueco, mientras que la policía esperaba cinco manifestaciones más durante la semana en la capital, lo que casi equivale a un Corán en llamas cada día. @elconfidencial