El troncho de pollo de la franquicia de kebab más conocida en España es básicamente pollo con especias, y ya. Pero quizás el hecho de que este tipo de comida se introdujera en nuestro país por parte de turcos y paquistanís hizo que se creasen prejuicios desacertados.
Lo cierto es que los kebab son un manjar de los dioses, sobre todo cuando te entra hambre estando borracho. No hay solomillo que iguale un kebastro con todo chorreante a las 6 de la mañana mientras tus riñones agonizan. Odio profundo a los que lo piden «solo carne», casi tanto como a los sincebollistas.