El artículo de laboro habla sobre discriminación directa e indirecta.
De todo el texto, lo que me ha llamado más la atención es el ejemplo de las limpiadoras y los mozos de almacén. Deduce (falazmente, a mi parecer) que el hecho de que más hombres sean mozos de almacén y más mujeres sean limpiadoras, se debe a motivos de discriminación indirecta, ya que a los mozos les pagan más que a las limpiadoras, siendo ambos trabajos del “mismo valor”, por requerir poca o nula formación.
Mientras nadie le impida a una mujer ser moza de almacén, o a un hombre ser limpiador, el único que tiene potestad para fijar un sueldo (superior o igual al convenio) es al empleador. Para mí está claro que el trabajo de mozo de almacén es menos “ligero” que el de limpiadora. Si se pagase lo mismo al mozo de almacén, y a la limpiadora, sería previsible que los mozos de almacén quisieran ser limpiadores, y muy seguramente ninguna limpiadora querría ser moza de almacén, si antes cobrándose más tampoco querían (o su inferior físico no interesaba para el puesto).
Vuelve a fallar cuando deduce que el hecho de que haya más hombres en puestos de responsabilidad, se deba necesariamente a que haya un proceso discriminatorio en el proceso de promoción, porque “hay más cajeras mujeres, y más hombres con chaqueta negra en los supermercados”.
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