ElRubius se pronuncia sobre la polémica de los Youtubers y Andorra

ElRubius se pronuncia sobre la polémica de los Youtubers y Andorra

Destaco tres párrafos, pero os dejo el texto completo tras el salto.

Una cosa es la crítica racional y otra el tratarme como a un criminal y decir todas las barbaridades que he tenido que escuchar por parte de muchísimos periodistas (de los que cabe esperar una mínima profesionalidad y rigor) que van a televisión a decir que yo “le robo” al pueblo español. Ese escritor que habla sobre “el retroceso de España” y luego me suelta un muy civilizado “puto niñato” o ese famoso ex jugador de baloncesto que suelta a gritos insultos como “cabrón” y “a cagar” respondiendo al entrevistador que a su vez afirma (otra difamación más) que yo he dicho que “España me roba”. Por no mencionar al Vicepresidente del Gobierno que me señala públicamente con el dedo retuiteando los insultos del mencionado ex deportista y otro largo etcétera.

Las leyes de Hacienda no estaban preparadas para esta nueva ola de creadores online. Y siguen sin estarlo. Llevan desde 1990 sin actualizar su catálogo de “profesiones”. Oigo decir, “que cierren las conexiones de internet entre España y Andorra” o cosas como “con nuestros ingresos debería tributar aquí”. Os recuerdo que la mayoría de mis ingresos de YouTube vienen de fuera de España, más de tres cuartas partes de países como México, Argentina, Colombia y Estados Unidos.

No quiero dar mal ejemplo a los más jóvenes que me siguen, haciéndoles pensar que no hay que pagar impuestos como también se ha dicho. Todo lo contrario, pagar impuestos es contribuir con tu aportación al progreso y la prosperidad del país donde resides. Pero esto ha de ser una relación equilibrada entre el Estado y el ciudadano. Y si esa premisa no se cumple, es completamente legítimo que el ciudadano, en el pleno uso de su libertad como ser humano tome las decisiones que considere apropiadas si están dentro de la legalidad y no reciba el trato que he recibido durante los últimos días.

En un principio no iba a pronunciarme sobre este tema. Tenía pensado quedarme callado y seguir viviendo mi vida. Mucha gente cercana a mí también me ha recomendado permanecer en silencio y esperar a que se calme un poco la marea. Otros me han aconsejado dar una respuesta oficial, contratando a un asesor de comunicación y enviársela a los medios. Pero viendo al punto al que ha llegado todo esto, he decidido escribir y publicar esto por mi cuenta. Al final, de lo que se está hablando es de mi vida, así que prefiero abordarlo yo mismo. Me hubiera encantado hacer un vídeo pero ahora mismo me es imposible ya que no tengo a mi disposición ni mi ordenador de trabajo ni la cámara. Además he sentido la necesidad de escribir una respuesta basada en la reflexión y la calma, y hablándolo con mi gente más cercana.

Lo único que os pido es que leáis este escrito hasta el final, y que no os quedéis en la mera superficie leyendo solo esos titulares llamativos que sacarán los medios de comunicación a posteriori.

Hace unos días anuncié a mi público la decisión de mudarme a Andorra. Normalmente no suelo comentar muchas cosas de mi vida personal; mi trabajo ya es una ventana parcialmente abierta a mi vida, y por ello intento preservar mi privacidad y ser dueño de mi intimidad, pero ese día me sentía contento e ilusionado, y cuando llevaba ya nueve horas de directo me dije: “Ahora es el momento de contarlo”.

En resumen, dije lo siguiente: “Muchos ya sabéis a donde voy. Casi todos mis amigos viven allí en la actualidad y en Madrid hay pocas cosas ya que me retengan”. Eso sí; si fuera solo por ganar más dinero, me hubiera mudado ahí hace muchos años”. Es cierto que en Madrid nunca me he sentido cómodo del todo. Os lo he contado varias veces: soy una persona que apenas sale de casa y que vive con las persianas bajadas todo el día, por miedo a que alguien me reconozca. Y no digo esto para intentar dar pena ni nada por el estilo, me he acostumbrado a vivir feliz en el aislamiento de mi habitación. Pero ya van cinco mudanzas en lo que llevo siendo “youtuber” y nunca puedo descansar tranquilo pensando que hay alguien ahí fuera esperándome u observándome. Hay cosas tan simples como bajar a comprar el pan o salir a dar un mero paseo que, lo creáis o no, me cuesta hacer si no es con la ayuda de alguien cercano a mi.

Como bien sabréis, las palabras “Andorra” y “Rubius” han sido trending topic durante varios días. Durante más de una semana, las opiniones sobre mi decisión de mudarme a otro país han llovido sin descanso. Primero empezó con mi público. A mis espectadores les ilusionó que me fuera a mudar, y una gran parte de estos apoyó mi decisión. Pasadas unas horas, un periódico online lanzó una noticia con el titular “Rubius se muda a Andorra para pagar menos impuestos”. Esa primera exclusiva en un medio online fue el pistoletazo de salida para el bombardeo de artículos, reportajes y columnas que aparecieron (y siguen apareciendo): “Rubius anuncia que se va a Andorra: Me hubiera ido hace muchos años”, “Como evitar evasiones como las de Rubius”, “El escándalo del Rubius” y muchas otras que habréis visto.

¿El denominador común de estas? Sacar de contexto lo que dije, buscar el click fácil y desde luego, la falta de contraste y de fuentes veraces.

A partir de aquí, el asunto comenzó a escalar y se desencadenó toda esta tormenta de insultos, infamias e incitación al odio sobre mi persona. Hasta el punto de colgarme etiquetas políticas, discutir acerca de si soy o no patriota, políticos usándome para su agenda, otros vinculándome con ideologías extremas. Personas sacando clips míos de hace años completamente fuera de contexto. Gente y medios sacando conclusiones acerca de cuánto dinero gano al año (extrayendo sus datos de una página web llamada Socialblade, la cual la mayoría sabe que no es una fuente de datos fiable y que por norma general hace cálculos de lo que gana un canal estadounidense “limpio” y apto para todos los anunciantes, pero ese es otro tema a parte).

Lo que estoy viendo estos días en los medios de comunicación convencionales y en las redes sociales solo demuestra lo podrido que está el clima de debate en España. En las RRSS cualquier persona opina sin tapujos en función de un simple titular de 128 caracteres, o basándose en el primer resultado que han obtenido en su búsqueda de Google sin una pizca de pensamiento crítico, profundización o contraste.

He visto mucho rencor acumulado en contra de estas nuevas profesiones nacidas de internet. He visto a mucha gente deseando tener la oportunidad de declararme el Enemigo Público Número 1 de este país y de poder asociar, a toda costa, mi imagen a la de un criminal cualquiera. Porque, en el fondo, a la mayoría de medios de comunicación tradicionales, lo que les carcome es que un tío desde su habitación tenga mas repercusión que cualquiera de sus emisiones para las que necesitan tener a 30-40 personas trabajando y utilizar unos sets de rodaje en los que han invertido cientos de miles de euros. Les carcome que año tras año, poquito a poquito, la inversión publicitaria se vaya desplazando de las televisiones convencionales hacia internet. Y llevan así años, muchos sabréis que no es la primera vez que hablo de este tema. Pero ya empieza a oler.

Y ahora hablemos de los impuestos. Muchas personas hablan como si yo no hubiera pagado impuestos en mi vida, como si no hubiera hecho nada por mi país (mejor dicho, por uno de mis dos países), como si fuera un criminal. Llevo estos 10 años de Youtuber pagando casi la mitad de lo que he ganado en impuestos. 10 años. Y estoy muy contento de haberlos pagado. Lo que me molesta es que, aunque lleve desde el día uno haciendo las cosas bien y de manera legal, como, sin duda, deben de hacerse, Hacienda me haya tratado como si fuera un “delincuente”. Desde ese primer día, he estado sometido a inspecciones fiscales, se han emitido notificaciones al resto de Haciendas europeas y de EE.UU para ver si tenía “cuentas corrientes ocultas”, me han puesto sanciones por no atender a requerimientos que nunca llegaron, y un largo etcétera.

Y por si lo anterior fuera poco, un destacado técnico de Hacienda, perfecto conocedor de todo este actuar por parte de Hacienda, servidor público del que cabe esperar el máximo respeto hacia los ciudadanos de este país, se ha pronunciado estos días en los medios de comunicación manifestando, entre otras cosas, que “El Rubius ha mostrado sin tapujos ni complejos una tremenda insolidaridad”.

Yo soy un afortunado pues estas prácticas son consustanciales a la forma en que Hacienda trata a miles y miles de autónomos, miles y miles de veces más pequeños, y por tanto más indefensos, que yo. ¿Por qué no se habla de esto en los medios de comunicación?

Estos días me he hartado de leer declaraciones por parte de altos funcionarios del Estado (que han aprovechado esta polémica para hacer “pedagogía fiscal” en los medios) en las que insinúan que es probable que haga chanchullos en un futuro al mudarme a Andorra como parece ser que hicieron otras personas en el pasado; afirman que es más que posible que simule que vivo en Andorra mientras en realidad vivo en España disfrutando del sol y de los servicios públicos, afirman incluso que “me van a estar esperando dentro de 5 años”. Cito de nuevo al destacado técnico de Hacienda: (…) “lo que ha anunciado El Rubius sea legal dependerá de los días que resida verdaderamente en Andorra (donde el youtuber tendría que vivir más de medio año). Algo que la AEAT vigila e inspecciona, puesto que quienes fingen un traslado de domicilio para pagar menos impuestos podrían incurrir en un delito fiscal”. Lo de siempre, lo mismo que desde el día uno, me consideran culpable mientras no consiga demostrar lo contrario.

Otros, y gracias a la ceremonia de la confusión que se ha montado a mi costa, piensan que lo que estoy haciendo es ilegal y que estoy haciendo fraude fiscal. ¿Desde cuando mudarse a otro país es ilegal? Si me hubiera ido a vivir a Alemania, Noruega o Japón, nadie hubiera dicho absolutamente nada. Algunos consideran “egoísta” o “poco ética” mi decisión de mudarme a Andorra. Pero no es menos cierto que allí se encuentran la mayoría de mis amigos y compañeros de profesión y que allí, por lo que me cuentan, puedo salir a la calle tranquilo, hay seguridad y puedo estar en un entorno cultural tranquilo y seguro, que al fin y al cabo es lo que estoy buscando.

Pero una cosa es la crítica racional y otra el tratarme como a un criminal y decir todas las barbaridades que he tenido que escuchar por parte de muchísimos periodistas (de los que cabe esperar una mínima profesionalidad y rigor) que van a televisión a decir que yo “le robo” al pueblo español. Ese escritor que habla sobre “el retroceso de España” y luego me suelta un muy civilizado “puto niñato” o ese famoso ex jugador de baloncesto que suelta a gritos insultos como “cabrón” y “a cagar” respondiendo al entrevistador que a su vez afirma (otra difamación más) que yo he dicho que “España me roba”. Por no mencionar al Vicepresidente del Gobierno que me señala públicamente con el dedo retuiteando los insultos del mencionado ex deportista) y otro largo etcétera.

En una televisión financiada públicamente hemos oído que “a todos los youtubers evasores de impuestos deberían decapitarles en la plaza pública”. Por lo visto, se considera normal y aceptable soltar semejante barbaridad en una televisión pública. En un programa de actualidad del mismo medio pusieron imágenes mías alternándolas con las de una persona que ha sido condenada a prisión por varios delitos. En serio, ¿es este el nivel de un debate público digno de un país civilizado? ¿Así es cómo vamos a combatir los discursos del odio? ¿Acaso ponerme a mí de cabeza de turco y verter todo ese odio sobre mi persona va a contribuir a que mejoren los problemas de fondo que hay en España?

Las leyes de Hacienda no estaban preparadas para esta nueva ola de creadores online. Y siguen sin estarlo. Llevan desde 1990 sin actualizar su catálogo de “profesiones”. Oigo decir, “que cierren las conexiones de internet entre España y Andorra” o cosas como “con nuestros ingresos debería tributar aquí”. Os recuerdo que la mayoría de mis ingresos de YouTube vienen de fuera de España, más de tres cuartas partes de países como México, Argentina, Colombia y Estados Unidos.

No quiero dar mal ejemplo a los más jóvenes que me siguen, haciéndoles pensar que no hay que pagar impuestos como también se ha dicho. Todo lo contrario, pagar impuestos es contribuir con tu aportación al progreso y la prosperidad del país donde resides. Pero esto ha de ser una relación equilibrada entre el Estado y el ciudadano. Y si esa premisa no se cumple, es completamente legítimo que el ciudadano, en el pleno uso de su libertad como ser humano tome las decisiones que considere apropiadas si están dentro de la legalidad y no reciba el trato que he recibido durante los últimos días.

En definitiva, y con esto ya me voy a despedir y no volver a hablar de este asunto, el ser un país desarrollado y civilizado no se trata únicamente de ser más o menos rico y esto lo aprendí gracias a los años de infancia y adolescencia que viví en mi otro país, Noruega. De esta cultura también he mamado uno de los valores más importantes para mí: la honestidad y la transparencia. Por eso no puedo más que sentir rabia e impotencia cuando leo esta otra entrevista:

[Hay una cosa que sorprende especialmente al inspector de la Agencia Tributaria con el que hemos hablado: “Estos ‘youtubers’ ni siquiera disimulan, cuentan que se van a Andorra y reconocen directamente que lo hacen porque quieren pagar menos impuestos”, nos cuenta otro inspector de la Agencia Tributaria en activo. “Otras personas famosas que han sido pilladas solían argumentar que se iban a Andorra porque tienen negocios a nivel internacional o porque necesitan entrenar en altura, en el caso de los deportistas. Pero estos chicos dicen claramente que en España viven perfectamente y que si se van a Andorra es para pagar menos impuestos. Eso es pedir a voces que te investiguen”.]

Los altos funcionarios del Estado muestran públicamente su sorpresa por la transparencia y la falta de picaresca. Comportarse de manera honesta y transparente es “pedir a voces que te investiguen” (¿más aún que llevo desde el día uno siendo investigado?). A los altos funcionarios del Estado les “asombra” que un ciudadano no “disimule” y que no continúe con el legado de una de esas más rancias tradiciones de la cultura española, “tú haz lo que quieras pero que no se note y que nadie se entere”.

Mi decisión de mudarme, como todo en la vida, tiene multitud de matices y contrastes, no es una decisión plana, sino fruto de una larga reflexión y de algo irrenunciable, mi propia libertad si la ejerzo cumpliendo la legalidad vigente.

Y eso es todo, muy pronto nos vemos online.

PD: Gracias a todos los medios y personas, que aunque minoritarios también los ha habido, que se han informado sobre este tema y lo han debatido de manera respetuosa y racional.

@ElRubius.